Numerosas son las películas que están basadas o son adaptaciones de una novela, pero es muy común que, si comparamos, de un buen libro salga una mala película o que, por el contrario, una buena adaptación sobresalga sobre el texto original.
¿Y esto a que se debe? Sencillamente, cada soporte es diferente y por tanto juega, de mejor o peor manera, sus elementos propios. Algunos de ellos son los siguientes:
1 – Elementos propios:
Los libros y las películas cuentan con un lenguaje, un tiempo y un espacio propios. Pasar de un medio a otro conlleva que el texto se transforme a elementos visuales.
Por ejemplo, una metáfora en un libro puede ser transmitida con un juego de luces, encuadres o música, sin que un texto o una voz lo explique.
2 – Concentración de la información:
Normalmente, en las películas las cosas transcurren de manera más fugaz que en los libros.
Un ejemplo es la adaptación de El Código Da Vinci o Angeles y Demonios de Dan Brown al cine. Cuando se enfrentan a la resolución de un acertijo en las novelas da más pie a divagaciones durante hojas y hojas que, en las películas, parece encontrar la respuesta de forma casi inmediata.
3 – Discrepancias en los objetivos:
Aunque la novela y su adaptación cinematográfica se base en la misma historia, que idea que quiere transmitir el director y el escritor puede ser diferente.
Un ejemplo es El Resplandor, una película considerada de culto que, sin embargo, a diferencia de la novela de Stephen King, y con la idea de llegar a un público mayor, se omiten temas como el alcoholismo y la desintegración familiar, ejes centrales para el autor del libro.